El Contexto en el que se encontraba Latinoamérica en los años 60
A mediados de los años sesenta Latinoamérica se hallaba en un estado de turbulencia social, política y económica. Tomando inspiración de la revolución cubana, los intelectuales querían liberarse de lo que se percibía como décadas de dominación extranjera a través del dominio absoluto de las oligarquías tradicionales; deseaban crear sus propias teorías sociales, filosofías y teológicas que pertenecieran a las circunstancias latinoamericanas. La segunda guerra mundial debilitó el impacto de la influencia europea, y los Estados Unidos pronto perdió su prestigio debido a sus propios problemas: la guerra en Vietnam y las protestas universitarias contra ella, y los desórdenes callejeros raciales, entre otros.Económicamente, el estilo del capitalismo estadounidense era el modelo para seguir en las décadas de los años cuarenta y de los cincuenta, pero no proveía a los países latinoamericanos el éxito económico de que gozaba los Estados Unidos. “Estas economías estaban deformadas por una exagerada concentración en las exportaciones y no podían desarrollarse autónomamente de acuerdo con sus propias necesidades”Como que todo esto favoreció a la economía Estaunidense porque instalaba empresas en Latinoamérica, donde se conseguía mano de obra barata y vendía a Europa que se estaba recomponiendo de la guerra. Pero no ayudaba a la pobreza de Latinoamérica.Los Estados Unidos dominó a Latinoamérica no sólo en el campo económico, sino también políticamente. Aunque ya no existían tantas dictaduras como en los años cincuenta, el cambio de las caras en las casas gobernantes no significó, necesariamente, cambios en cómo actuaban los líderes del estado.
Desde el punto de vista Literario la década del sesenta en la Latinoamérica es una intensa renovación narrativa que, desde el punto de vista editorial y de público, da origen al denominado boom de la literatura latinoamericana.
En la Argentina, este proceso tiene como centro de divulgación al Instituto Di Tella, (centro de experimentación estético y científico). y a la revista Primera Plana (1962) que, dirigida por Jacobo Timmerman, acerca la nueva literatura a sectores mayores de público. A lo largo, se produce un proceso de modernización de las prácticas y las estéticas literarias por la crisis y transformación de las poéticas realistas y la incorporación de técnicas narrativas diferentes, que implican rupturas de orden lineal de la historia, multiplicidad de puntos de vista en el relato, e incorporación de discursos provenientes del psicoanálisis, la sociología, la historieta y el periodismo. La aparición de Rayuela, de Julio Cortázar , en 1963, funciona como una verdadera "divisoria de aguas", dado que es un punto de viraje no sólo en el interior de su propia literatura sino centralmente en la historia de la narrativa argentina. Cortázar ya había publicado Bestiario (1951), Final del juego (1956), Las armas secretas (1959), etc., más ligados a la estética del grupo Sur. Rayuela, incorpora grandes modificaciones en la construcción poética y en la construcción del relato (la desconfianza sobre la función cognoscitiva del lenguaje, la explicitación del texto como artificio, la tensión entre lo fragmentario y la forma larga, la introducción del surrealismo y la patafísica como técnicas narrativas, el metadiscurso, la autorreferencialidad, la proliferación de citas, la intertextualidad exasperada) Estas técnicas narrativas alcanzan nuevas formulaciones en sus textos posteriores, en los cuales se combinan varios géneros discursivos (novela, cuento, ensayo): Todos los fuegos el fuego (1966), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), Libro de Manuel (1973), Octaedro (1974), Alguien anda por ahí (1977), Deshoras (1983) entre otros.
En el boom del sesenta se inaugura dentro de la narrativa Argentina la compleja interrelación entre literatura y medios masivos de comunicación como el cine, el folletín, las intrigas policiales, los boleros y los tangos. Puig experimenta con procedimientos provenientes de la serie literaria y materiales de la cultura popular y los medios masivos, junto con un uso desviado de los géneros y el montaje de diversas matrices y géneros discursivos (psicoanálisis, política, informes judiciales, cartas, diarios íntimos). Asimismo, el trabaja con la decodificación de distintos registros lingüísticos a través de la parodia, la pluralidad y la confrontación de discursos, el enfrentamiento de ideologías, para desenmascarar con una mirada crítica los mecanismos de la pequeña burguesía pueblerina.
Muchos Autores del interior comenzaron a escribir sobre los mitos y las costumbres regionales. Di Benedetto y Tizón comparten una intensa preocupación formal y estilística, y una cuidadosa reflexión sobre el lenguaje, mientras que en la literatura de Moyano se retoman algunos procedimientos típicos del realismo mágico latinoamericano.
Los Europeos querían que los escritores Latinoamericanos escriban con vitalismo, espontaneidad, irracionalismo, estrecha vinculación con la naturaleza, dado que "su especificidad proviene, no del accidente geográfico de su nacimiento, sino de su trabajo de escritor". Pero los escritores latinoamericanos siguieron como por ejemplo a Juan José Saer con su primer libro, En la zona (1960), se comienza a perfilar uno de los rasgos centrales de su poética: el rechazo por toda forma de regionalismo, que encuentra su resolución en la construcción de un espacio ficcional —la zona— se convierte en espacio imaginario y paisaje estético. La zona es una célula narrativa básica que se expande en un sistema de personajes, el encuentro de amigos, una inflexión de la lengua.
1 comentario:
Hola Guillermo:
estoy leyendo tu texto. Tengo que releerlo. No me has deajdo pistas para conocer las fuentes donde investigaste.
Tendrías que editar el artículo y facilitármelas a modo de linkeos. ¿Sabés cómo se hace?
Saludos.
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